jueves, 6 de diciembre de 2007

EL SADISMO PLACER O CRUELDAD?


El sadismo: ¿placer o crueldad?

“En lo aberrante encontramos deleite y placer en lo más detestable. Cada día descendemos un paso al infierno, sin horror, entre tinieblas que apestan.”

Charles Baudelaire

El nombre de sadismo deriva del escritor francés Donatien Alphonse Francois, marqués de Sade, quien protagonizara diferentes escándalos y, denunciado por prostitutas que lo acusaban de drogarlas y golpearlas, fue condenado a trece años de prisión.
Como contestación a las cartas de amor de su esposa, en este aislamiento escribió Sade sobre sus fantasías; entonces elaboró una voluminosa obra censurada durante años y hasta condenada a la quema, pero que circuló clandestinamente por toda Francia, ganando un amplio grupo de adeptos, si bien no al sadismo, sí a su literatura.
El sadismo no es más que la excitación sexual provocada ante el hecho o la fantasía de someter a otra u otras personas a sufrimiento físico o psicológico. El sádico, por tanto, no solo obtiene excitación al inflingir dolor físico, sino también al humillar, someter y degradar a sus semejantes.
Sin embargo, existe una frontera en la cual, al menos los expertos, separan el placer que puede producir la crueldad en un individuo perverso, y e individuo sádico.
Aclaran los estudiosos que el sadismo lleva a la excitación sexual, mientras que la crueldad es el mero deleite que algunas personas suelen experimentar ante el sufrimiento ajeno.
Otras culturas y el sadismoAlgunas culturas distantes de la nuestra pueden encontrar cierto disfrute en diversas prácticas sadomasoquistas. Los
indios chocoes, por ejemplo, se excitan sexualmente en el matrimonio con respetivas acciones que a nosotros nos pondrían los pelos de punta; ella clava las uñas en el mentón de su compañero hasta sacarle sangre, y él le da unos fuertes y dolorosos pellizcos que le producen hematomas en las caderas.
Asimismo, los hindúes señalan en algunos de sus escritos siete clases de mordiscos, mediante los cuales obtiene placer sádico quien los da y excitación masoquista quien los recibe.
Es una costumbre muy antigua en la isla de Borneo y otras de Malasia e Indonesia, que el varón atraviese su glande con una varilla metálica llamada kalang, rematada por dos botones metálicos. De esta manera practica el coito, cosa que las mujeres parece agradecer pues muchas de vez en cuando les regalan a ellos algún kalang de repuesto.
En la búsqueda de referentesEstas conductas sexuales han sido a menudo consideradas desviaciones, aberraciones e incluso enmarcadas dentro de las patologías como “perversión demasiado alejada de lo normal”.
Sin embargo, la desinhibición ha sacado a la luz el hecho de que tales comportamientos forman parte de la vida cotidiana de muchas personas que no sufren ninguna patología “anormal”. Cabe mencionar que la normalización de este tipo de prácticas en el mundo ha llegado al punto de que se celebren encuentros sadomasoquistas en los cuales, además de ofertarse diferentes elementos de tortura y dar seminarios sobre conductas típicamente sadomasoquistas, se especifica también el código de vestimenta que consiste en prendas de cuero, pvc, látex y ropa oscura.
Por eso no es raro que muchas personas consideren a estas posturas sexuales como enfermizas y vergonzosas, y a quienes las practica depravados o desviados mentales. Sin embargo, el número de personas perfectamente sanas que opta por el sadomasoquismo es considerable. No existe ningún problema, siempre y cuando quede claro que son solo roles, juegos sexuales, y que ambas personas asuman el papel erótico que juegan, sin hacer nada que el otro rechace.
Un participante en uno de estos encuentros mundiales publicó: “A través de las prácticas sadomasoquistas no buscamos tanto el placer de castigar y ser castigados, sino más bien la conciencia lúcida de esa fuente de placer y su origen”.
Definitivamente, incorporar ciertos azotes, pellizcos o mordiscos inofensivos, no te convierte en una persona sádica. El juego amoroso admite caricias “calientes”, siempre y cuando no afecten la integridad emocional, física o psicológica de nuestra pareja. (fuente:somosjovenes)