sábado, 29 de noviembre de 2008

EL MAR Y NOSOTROS DOS




Hacia mas de diez minutos que lo estaba mirando y el respondía a mis ojos, de vez en cuando bajaba la vista, disimulando… A su lado ella, su esposa; regordeta, piel blanca como cadáver aun no descompuesto, con un mal teñido rubio de pelo. Prendida de su brazo como sanguijuela.Y yo ahí sola mirándolo como una perra caliente enamorada. Mi esposo… ahí con los demás funcionarios de gobierno, parloteando, riendo y bebiendo sin tregua.Y yo ahí sola… mal atendida, incomprendida, utilizada como una muñeca de escaparate, solo para ser admirada.Ya nos habíamos visto en otra fiesta, pero esta vez estaba más atractivo que nunca, alto, elegante, no era lindo, pero tenía algo que me atraía como un imán. Y cuando sonreía… me cautivaba aun mas, y yo, ahí sola, viéndolo como algo prohibido.
Salí al balcón a respirar un poco de aire puro, me asfixiaba el tumulto, la música, la gente… mi esposo.En la lejanía el viento traía olor a espuma de mar, y el ruido del vaivén de las olas que chocaban contra la saliente.Quise huir, lo pensé, una, dos, tres veces… me fui.
Camine dos cuadras, me interne en la playa, descalza, palpando la arena con los pies, y esa agradable sensación de frescor. Y abrir los pulmones para respirar salitre y dejarme llevar por ese sonido ensordecedor que me llamaba.
Camine, abrí los brazos al cielo, y contemple la luna majestuosa que parecía sonriente observándome.Me quede absorta contando estrellas y su fulgor, soñando…
De pronto sentí unas manos tibias rodeándome la cintura, me sobresalte, cuando quise voltear era el.
El y su sonrisa carismática, y solo atino a decirme:
- me estabas esperando?
- No, pero me agrada que estés aquí!, respondí sin titubear.
Me tomo la cara suavemente con sus manos varoniles y me dio un beso en la mejilla, corriéndose a los labios, tierno, dulce, casi pedido en silencio.Nuestras lenguas se encontraron, tibias, ondulantes, moviéndose dentro de nuestras bocas y siguió el recorrido minucioso por mis oídos, mi cuello, mis hombros.Me elevaba la temperatura, era tan excitante sentir su cuerpo pegado al mió, sus manos que me bajaban la cremallera del vestido para dejarlo caer al suelo.
Busco mis pechos, los palpo, los tanteo pasándome su manos suavemente, casi dibujándolos, apretó mis pezones elevados como cúspides, que pedían a gritos ser devorados por su boca. Y así lo hizo, lentamente, con la punta de su lengua, los lamió, uno, el otro, y volvió a lamer pero mas profundo, para terminar chupándolos, mordiendo mis pezones, y yo húmeda, como la arena que pisábamos.
Siguió explorando con la lengua, bajando por mi abdomen, recorriendo de arriba abajo, y volviendo por el mismo recorrido.
Yo me dejaba, yo disfrutaba.Se detuvo, se saco el saco, y comenzó a desabrochar la camisa, le ayude mientras lo besaba, le baje el pantalón, y el termino sacándoselo, al igual que su slip.
Ahí en la penumbra, vi. un miembro erecto, de buen tamaño, que comenzó a restregar contra mis muslos mientras nos besábamos.Y se agacho `para besar mi entrepierna, subía y bajaba, acariciaba mi vulva, cuando siento el tirón y me arranca la tanga, y desde el piso, estira mis brazos hacia abajo, haciéndome agachar, y me sienta en el suelo, y el en la misma posición sentado, me sube sobre sus piernas, ahora cara a cara, pecho contra pecho, comenzamos como dos locos a tocarnos, a explorarnos, a comernos la boca.
Me alzo e introdujo su pene, caliente como vara de metal al rojo, lo sentí muy dentro mió, y con sus manos tocaba un pecho y con la otra el clítoris.
Ardía, suspiraba, el y yo. Éramos dos locos arrebatados, montados en una carrera en busca de la meta.El aire se lleno de gemidos, tuve un orgasmo, y con su boca tapo mis quejidos de placer. Siguió moviéndose cada vez más agitadamente, más rápido, más y más….Lo sentía atravesándome la carne, y el alma.
Suspiro, gimió, a punto de eyacular la saco de mi vagina para hacerlo sobre mi vientre.
Después nos besamos prolongadamente, se separo de mí, para levantarse y alzarme en sus brazos, llevándome en alza hasta el mar, ahí me soltó, el agua fría me hizo tiritar, me abrazo, sonreíamos como dos niños locos corriendo por el agua.
Nos envolvimos en abrazos, caricias, besos. Y solo suspiros que llenaban el aire embravecido del mar.Me subió sobre sus caderas y saliendo del agua, camino unos metros donde la arena no estaba tan mojada y me deposito en el piso, con su lengua lamía cada centímetro de mi cuerpo, y yo volvía a entrar en erupción.Se quedo ahí en mi entrepierna, un largo rato clitoreando con sus dedos ágiles, buscando mi punto vulnerable, a punto de sentir placer se detuvo y se hecho encima mió, y comenzó a moverse dentro haciendo giros, vaivenes, que me excitaban mas..
Ya no nos quedaban caricias, ni abrazos, pero si las fuerzas necesarias para seguir gozando nuestro sexo clandestino.
El solo pensarlo me excitaba aun mas. Y creo que a él también.
Fuimos por el segundo acto, tiritábamos, nos movíamos aceleradamente, cada vez más fuerte buscando orgasmos, buscando placer, buscando un poco de afecto.
No sé cuanto tiempo estuvimos ahí revolcados, teniendo el mas perfecto sexo que en años no había tenido. Extasiados, nos levantamos, casi sin fuerzas, y seguimos besándonos largo rato.
Al desprendernos, me tocó con la punta de los dedos mis manos, y me dijo:
- será hasta la próxima velada en que vuelva a encontrarte
Me abrazó, me besó, no quería despedirse… yo tampoco quería que se vaya.
Pero los dos sabíamos que estábamos encadenados a nuestras parejas.
Los dos sabíamos que fue mucho más que una noche de placer junto a un mar espumoso y una luna llena testigo de un fuego que nos quemaba, y que ni el agua salada calmaría nuestra sed de sexo salvaje.

CIELO INMENSO

jueves, 27 de noviembre de 2008

Los vestidos (relato)



Los vestidos
Ella entró en aquel recinto llevandose la mirada de todos los presentes. Lucía un espléndido vestido color rojo. El cabello recogido hacia atrás, le permitia mostrar unos aretes de color plata como su gargantilla. Iba del brazo de su esposo. A su encuentro salieron a saludarlos y a ella a felicitarla por la organización del evento.
Habia estado trabajando hasta más de las siete de la tarde, estaba extenuada pero feliz con el desarrollo.
Tenia un andar felino, cadencioso, que dejaba boquiabiertos a todos los hombres presentes y también a las mujeres. No era extremadamente bella, pero si interesante y muy sensual.
En la otra punta de la sala estaba la otra. De cabellos largos alborotados negros, una hermosa solera del mismo color cubria su cuerpo. Tenía unos profundos ojos color cafes, que escondia bajo unos lentes de cristal volados muy a la moda.
De punta a punta de la habitación sus ojos se encontraron. No era la primera vez que se buscaban para hallarse.
La de rojo fué escabullendose entre la gente, entre saludos y risas para ir a parar al lado de la otra.
Se miraron en silencio, sus miradas eran cómplices de algo escondido, prohibido.
Se saludaron como si hiciera años que no se veían, y por lo tenue, ella le susurro algo en el oído.
La otra se puso colorada, se sintió ser flanco de todas las miradas pero no era así, solo suposiciones, porque cada uno seguía en su mundo.
El marido de ella no tenia buen semblante, no habia duda que habia concurrido a disgusto.
Se sentó en un rincon a beber y charlar con un viejo gordo que sonreia cada dos palabras.
Ella aprovechó el descuido, y sin que nadie lo notara, le rozó la mano a la otra.
Se sintió como las vibraciones de su cuerpo chocaban.
Algo especial las unía.
Le hizo señas con los ojos que la siguiera, casi a escondidas y disimulando fueron saliendo cada una por su lado de la habitacion.
Afuera la noche era serena, pero la atmósfera estaba cargada de vapor. Una tormenta se hacia eminente. A lo lejos los refucilos empezaban a alumbrar el cielo.
Bajo el nogal situado en medio del jardín, ella estaba esperándola. La otra llegó con paso tenue y temeroso.
Se encontraron frente a frente. Y no pudieron más, se abalanzaron una sobre la otra.
Sus bocas volvian a encontrarse como tantas otras veces en la clandestinidad.
Un beso timído comenzó la partida, los labios se entreabrieron de una y la otra para que sus lenguas calientes comenzaran a desgustarse.
Sus manos... inquietas se buscaban. Recorrian los senos por sobre la ropa, bajaban a los muslos, para llegar cada una a su entrepierna.
Una tomó el control, y llevó a la otra a recostarla sobre el nogal.
En la oscuridad, solo eran suspiros acompañando al canto de los grillos y las ranas del jardín.
Sus dedos ansiosos, recorrian cada perímetro de piel de una y la otra. Se dejaban llevar por un deseo intenso que las quemaba por fuera y por dentro del alma.
Pasaron segundos, minutos... y solo era un debatir de almas hacia lo prohibido.
El cielo seguia clamando, la tormenta comenzó a mostrar su presencia.
Los presentes sorprendidos por el viento y los rayos se asomaron al balcón.
Un enorme refucilo que transformó la noche en día, fue el que las delató.
Ante los ojos asombrados de los presentes, solo vieron dos figuras femeninas bajo un árbol haciendose el amor.
No había dudas, una vestia de rojo, la otra de negro.

CASI SALVAJE (RELATO)


Casi salvaje

Ella estaba bastante nerviosa, demoras en el tráfico casi impiden que tome su avión a horario.

Corrió con ansiedad hasta la señorita que tomaba el pasaje para abordar y sin darse cuenta tropezó con él.

Girando su cabeza y con cara de contrariedad, él al verla desdibujo la mueca de bronca para regalarle una espléndida sonrisa.

Ella avergonzada le pidió disculpas, y le sonrió. Mientras pensaba que: "que hermosa sonrisa que él tenia"

Cuando abordaron al avion, descubrieron que irian sentados en la misma línea de asientos.

El viaje era largo, por lo cual ella se dispuso a leer algunas revistas que llevaba y él sacó su nootebook y se dispuso a trabajar.

Cada tanto sus miradas se encontraban. Ella vibraba y el sentía una especie de hormigueo en todo el cuerpo. Aquella mujer enigmática no lo dejaba pensar.

Ella se levantó del asiento y fué hacia el WC. Cuando salió lo encontró a él en el pasillo esperando.

No había dudas que la siguió.

Otras vez sus cuerpos estuvieron a centímetros unos del otro. Esa vibracíon intensa que sentian, hizo que él la tomara del brazo y la metiera de nuevo hacia el WC.

Ella no grito, se dejó llevar cautivada.

Ahí dentro, en un lugar tan pequeño, él la acorraló contra el lavatorio y la depositó encima, mientras que con una mano le bajaba la tanga.

Mientras sus bocas deseosas se comian una a otra. Lenguas rebozantes de lujuria recorrián sus cuellos. Le abrió la camisa y le levantó el soutien, para quedar al aire libre un par de deliciosos senos. Pasó su lengua por esa aureola rosada que lo tentaba a morder y succionar con todas sus ansias.

Mientras la mano de ella, ya habia abierto la cremallera y tenia un poderoso miembro erecto, a punto de estallar en sus manos.

Los dedos de él se situaron en la vagina, abriendo paso para meterle con todo al que llevaba entre sus piernas.

El contorneo de cuerpos era salvaje, una lucha de ansias, poder y lujuria.

Se debatian en ganarle al tiempo, las manos iban y venian, las bocas estallaban, las lenguas se fusionaban, y su pene entraba cada vez mas dentro de ella, para hacerla gemir como una loca rebosante de placer.

Cada movimiento de su cuerpo, era una daga dentro de ella, que la sentia traspasar hasta su alma.

Cada vez mas rápido, mas rápido, los gemidos eran el único sonido en ese lugar pequeño.

Después el la calzo en sus caderas, para poder penetrarla más y más.

Los espasmos llegaron y el orgasmo hizo su aparicion con frenesí.

Aunque ellos absortos siguieron lamiendose y besandose apasionadamente por unos minutos más.

Él retiro su pene, se limpió con papel. Ella hizo lo mismo, como pudo porque ni podian moverse ahi dentro.

Él le dijo: no te preocupes cuando lleguemos al hotel nos bañamos juntos.

Ella respondió: que te parece si cuando lleguemos a España seguimos con este jueguito de no conocernos?

Él asintió con su cabeza, y con esa sonrisa que a ella la habia conquistado desde hacía mas de diez años.