martes, 8 de enero de 2008

LAS 50 C0SAS QUE NO DEBES HACER DURANTE EL SEXO

Rod Phillips, consultor sexual de Sex and Relationships, ha hecho una lista con las 50 meteduras de pata más habituales de los hombres a la hora de meterse en la cama con su chica

Las 50 cosas que no debes hacer:
1- Saltarte los prolegómenos: ir directo al grano puede incomodar.
2- Besarla con brusquedad y sin sensibilidad: la pasión está bien, pero con calma.
3- Ser demasiado bruto al tocar las zonas erógenas: el clítoris es mucho más complejo que el pene.
4- Obviar las caricias: el segundo mayor órgano sexual de la mujer, sólo por detrás de la mente, es su piel.
5- Engancharse a sus pezones como un bebé: es divertido, pero antes hay que allanar el camino jugando con la areola y el resto del seno.
6- Morderle el lóbulo de la oreja: crees que es sexy, pero puede que ella no piense lo mismo. Duele.
7- El típico chupetón en el cuello: no recomendado para mayores de 16 años.
8- Hacerlo sin afeitarte: quizá te sientas atractivo, pero pinchas.
9- No lavarte antes del sexo: no hay que ser extremista, pero la higiene es fundamental.
10- Olvidar que su cuerpo espera ser tocado: que no falten las caricias. Saldrás ganando.
11- Intentar meter tus dedos bajo su ropa interior antes de que esté preparada: no seas tan ansioso, es muy incómodo para ella.
12- Tirar el condón al suelo: qué poco glamour. Su sitio es un clínex y luego la basura.
13- El clítoris como primera opción: no es bueno despreciar los alrededores.
14- Parar justo cuando ella no quiere que pares: lo estás haciendo bien. ¡Está disfrutando!.
15- Ser torpe al desnudarla: concéntrate, quítate de la cabeza arrancar nada y no dejes de besarla.
16- Quitarte la ropa de forma ridícula: recuerda que delante de tí hay otra persona. De lo cómico a lo patético hay una línea muy fina.
17- Esperar que se depile para ti: aunque te guste mucho, es cosa suya... y luego pica mucho.
18- Meterle un dedo en la vagina antes de que esté preparada: de impaciente profesional. Espera el momento correcto.
19- Lanzarse sin preguntar: no es cuestión de despreciar la sorpresa, pero hay que saber leer sus ojos.
20- Intentar reiteradamente y sin éxito penetrarla en la oscuridad: ella puede ayudarte, no seas vergonzoso.
21- Esperar que ella quiera hacer 'el perrito': darte la espalda mientras hacéis el amor puede hacerla sentir como un objeto sexual.
22- Empujar demasiado fuerte: empieza con suavidad y la compenetración entre los dos dirá cómo seguís.
23- Eyacular demasiado pronto: ella debe terminar primero. Aún así, no hay muchos hombres que puedan durar lo suficiente para satisfacer a una mujer que disfruta de sus estímulos vaginales y del punto G.
24- Eyacular o perder la erección al ponerse el preservativo: El primero es raro. El segundo, cuestión de práctica.
25- No hacerle caso después: pregúntale si le ha gustado.
26- No darle sexo oral cuando lo pide: no seas vago, es muy placentero para ella. Si no te gusta el olor o el sabor podéis ducharos juntos antes.
27-Intentar coaccionarla para que te haga sexo oral: es muy desagradable. Respétala.
28- Intentar forzar su cabeza mientras lo hace: no te pases. Como mucho, sujeta su pelo.
29- Sujetar su cabeza tampoco vale: no es tan bestia como el anterior, pero puedes agobiarla.
30- Eyacular en su boca sin preguntar: tu semen no es un manjar.
31- Pensar que el porno es verdad: la realidad es muy distinta.
32- Poner una película porno sin preguntar: muchas cintas dan una imagen sumisa de la mujer.
33- Pedir perdón por el tamaño de tu pene: ellas valoran más la sensibilidad a la hora de disfrutar.
34- Responder honestamente cuando te pregunta cómo era tu última amante: ella tiene que ser la mejor. Siempre.
35- Preguntarle si quiere hacer un trío con otra chica: creerá que necesitas más. Que lo proponga ella.
36- Dejar que ella haga todo el trabajo: pon de tu parte y muévete un poco.
37- Intentar penetrar por detrás 'sin querer': el sexo anal llevo su tiempo y hay que hablarlo mucho. Tus excusas no servirán; el 'no me he dado cuenta' no se lo creería nadie.
38- Fotografiar o filmar vuestras relaciones: es peligroso porque das cierto poder a la persona que tiene las imágenes. Hay que estar muy seguros.
39- Caer en la rutina sexual: échale imaginación.
40- Perder el romance: el amor tiene que estar ahí.
41- Darle cachetes en el trasero sin saber si quiere: puedes acabar con una patada en tus partes.
42- Intentar copiar: hacerlo tal y como lo hacen en algún libro o película es poco original y no suele salir bien.
43- Jugar con su ano antes de que esté suficientemente excitada: mientras estimulas su clítoris y tienes un dedo en su vagina puedes pensar que alomejor le gusta que le toques ahí, pero puedes cortarle el rollo.
44- Gritarle al oído mientras eyaculas: prueba otro método y no des la nota.
45- Decir guarradas si no sabes si le gusta: un poco de lenguaje picante puede ayudar, pero consentido.
46- Tumbarte sobre ella: no la aplastes.
47- Eyacular sobre ella sin pedir permiso: es muy excitante, pero es mejor preguntar primero.
48- Eyacular sin control: si quieres ser un buen amante tienes que hacer un esfuerzo.
49- No abrazarla después del sexo: haz que se sienta especial.
50- No limpiar después del sexo: todos lo que haya quedado sucio o revuelto debe volver a su estado de origen.

A CUMPLIR CHICOS, LAS ESCRIBIO UN EXPERTO Y TIENE MUCHA RAZON!

DISFUNCION DEL DESEO- 2DA PARTE


¿La crisis económica trae disminución del deseo sexual?

la crisis económica afecta la respuesta sexual de quienes la padecen, ya sea porque están desocupados o, en su defecto, porque deben dedicar más horas a su trabajo. Sin lugar a dudas, un individuo exigido, angustiado o deprimido por la incertidumbre e inseguridad socioeconómica, puede ver afectado su erotismo. Si bien no estoy en condiciones de asegurar que, en la actualidad, existan más individuos con disminución del deseo sexual, una simple deducción podría llevar a esa conclusión.
De todos modos, la experiencia en el consultorio me ha permitido observar que el fantasma del desempleo afecta doblemente a los varones. Por un lado lo sufre quien está desempleado y, por otro, quien tiene trabajo pero teme perderlo. En este último caso suelen aceptarse condiciones que, en otros momentos, hubieran sido inaceptables, como la rebaja arbitraria del sueldo o el aumento de su jornada laboral y todo tipo de recortes en los derechos. Esto llevaría a la pérdida de la autoestima y a un derrumbe progresivo de la libido.


Pero acaso no se ven los casos contrarios?

En el extremo opuesto vemos a quienes el trabajo les demanda una dedicación absoluta, algunos denominaron a estos como workalcoholic, verdaderos adictos al trabajo. En algunos de estos casos, los individuos erotizan otros aspectos de su vida: se libidiniza la profesión, el éxito, la imagen empresarial o profesional, la posesión de dinero, y se relega o relativiza el plano amoroso. El homo faber ha triunfado sobre el dios Eros.
Más allá de los casos particulares, existe en la sociedad una tendencia a valorizar los aspectos materiales y externos, antes que aquellos que podrían suponerse primarios o esenciales: quizás lo fálico de un varón no esté tanto en su genitalidad como en el poder que posee, ya sea económico o político y en el ostentar un coche, un yate o una mansión. Una posición encumbrada subyuga más que el compromiso afectivo y la entrega amorosa, aspectos que llegan a verse como una cierta pérdida de tiempo.
Podríamos hablar entonces de un erotismo del éxito. Orson Welles, en su memorable película El ciudadano, nos muestra que si alguien se decide a alcanzar el éxito y el poder como única meta, podría lograrlo. Pero nada debería desviar su atención de ese propósito excluyente, llámense amistades, familia, afectos, ideales y ciertos parámetros éticos; dentro de esta lista el amor es un elemento más a dejar de lado. En un tratado sobre la depresión, el psiquiatra español Castilla del Pino, señala algo bastante ilustrativo: "es común que un individuo se suicide por la pérdida de su empresa, por la ruina económica, pero no es tan común que se quite la vida por la pérdida de un hijo".
La rutina matrimonial incide?

En muchos casos la convivencia puede enfriar el deseo sexual: la rutina, la chatura, el hastío, los conflictos conyugales pueden llevar a una inhibición del deseo sexual. Se puede seguir amando a la persona pero no verla ya como objeto de deseo. Muchos cónyuges mantienen relaciones sexuales sólo para cumplir con sus deberes maritales, pero no las desean ni las disfrutan. Pero no es una ley, como afirman algunos, que siempre se pierda la atracción sexual dentro del matrimonio: hay parejas que, sorteando las distintas crisis, han sabido mantener a flote su intimidad y siguen gozando a través de los años.
La impotencia no esconde una pérdida del deseo?

Es común detectar un DSI encubierto en cuadros de impotencia, vale decir que el varón no tiene una buena erección porque, en realidad, no logra excitarse. Consultan por una disfunción erectiva pero esto es secundario a una ausencia de ganas. Saber diferenciarlas es importante porque la orientación terapéutica variará según sea una fase u otra la que esté alterada.
Antes, la falta de deseo se asociaba a las mujeres que evitaban los encuentros, por tener dificultades en excitarse o en lograr el orgasmo. En la actualidad también algunos varones ponen excusas cuando son requeridos por sus esposas; es decir que, ante la falta de deseo, dan rodeos y no plantean el inconveniente. Muchos se escudan en el argumento del estrés o del cansancio laboral para evitar la relación; en cierta forma puede ser valedero, pero no lo es cuando se utiliza como pantalla para encubrir otro tipo de problemática.
Hay elementos psicológicos que caracterizen al varón con DSI?

Respecto al DSI en los varones es bueno señalar que también puede deberse a:
§ Fobias que se manifiestan en un aparente no siento interés, pero que esconden miedos: a la mujer, a la penetración, a ser atrapado, a enamorarse y perder la libertad.
§ Ahora vemos con frecuencia los llamados ataques o desórdenes de pánico: crean una sensación tan angustiante, opresiva y restrictiva que pueden anular totalmente la vida erótica. Si bien son cuadros severos que se viven con dramatismo tienen buena resolución con los tratamientos combinados de psicofármacos y psicoterapia.
§ Represión debida a una educación sexual cerrada, o a conceptos religiosos muy arraigados en la infancia, donde imperaban la culpa y el castigo por el pecado de ser sexuados.
§ Fracasos amorosos, o más concretamente sexuales, también pueden inhibir el deseo.
§ Las personalidades obsesivas o el llamado TOC (trastorno obsesivo compulsivo) pueden llegar a bloquear o anular casi totalmente su vida erótica.
§ El miedo a fracasar durante el acto, ya sea por eyacular precozmente o por no poder conformar a una pareja muy exigente, puede llevar al varón a decir no tengo ganas, en vez de decir tengo miedo.
§ Obviamente muchas estas situaciones las vemos con mucha frecuencia en mujeres.